domingo, 21 de diciembre de 2014

Perros pastores para la conservación de pingüinos azules



 Los pingüinos azules (Eudyptula minor), también llamados pingüinos pequeños, constituyen la especie más pequeña de pingüinos, alcanzando sólo 40 centímetros de altura y 1 kilogramo de peso en estado adulto.

Estas pequeñas aves viven al sur de Australia y Nueva Zelanda. Aunque la especie no está en peligro, su estado de conservación es de preocupación menor, las colonias que forman son muy vulnerables a la contaminación y la depredación.

Precisamente la depredación fue el factor crítico para la colonia de pingüinos que habita en Middle Island, Nueva Zelanda. Esta colonia venía siendo depredada por zorros rojos que cruzaban nadando desde el continente hasta la isla aprovechando las mareas bajas. La depredación era tal que los zorros podían llegar a matar más de 100 pingüinos en las peores noches.

Los conservacionistas no sabían cómo detener esta depredación. Ya habían intentado hacerlo a través de la cacería con armas, las trampas y comida envenenada, pero nada había reducido la población invasora de zorros. Hasta que un buen día, un granjero neozelandés llamado Alan Marsh les dio la solución: usar perros pastores para proteger a los pingüinos.

Marsh había estado usando perros de la raza maremmano-abruzzese para proteger sus pollos, así que los conservacionistas Dave Williams y Kristie King decidieron darles una chance a los perros.



Los resultados fueron impresionantes. La depredación por zorros se detuvo inmediatamente y la población de pingüinos aumentó de cuatro a más de 200 individuos adultos.

Al principio las cosas no marcharon como se esperaba porque los encargados de este experimento de la conservación no contaban con el conocimiento que tienen los pastores para criar a sus perros. Por eso, los primeros dos perros que introdujeron eran adultos y cruzaron a nado hasta el continente cuando se aburrieron de estar en una isla. Habían subestimado las capacidades natatorias del maremmano-abruzzese.

Los segundos perros que introdujeron resultaron ser menos protectores de lo que esperaban. Lastimosamente, habían introducido cachorros ya muy crecidos y que no habían sido socializados con pingüinos, por lo que a pesar de sus impulsos protectores también jugaban con las aves. Muchos pingüinos bebés murieron por el estrés causado por sus guardianes.

Finalmente, decidieron emplear cachorros de ocho semanas de edad. Puesto que la ventana crítica de socialización del perro se cierra alrededor de los cuatro meses (16 semanas), los cachorros tuvieron tiempo suficiente para socializar correctamente con los pingüinos, de la misma forma en que los perros pastores aprenden a socializar con ovejas.

A partir de entonces, la conservación de la colonia de pingüinos fue viento en popa. Las aves fueron reproduciéndose cada vez más y no se sienten amenazadas por los perros. En cambio, los zorros tienen miedo de perros tan grandes (los cachorros se convirtieron en perros adultos), territoriales y protectores, por lo que ya no cruzan a la isla en busca de una comida fácil.

No es la primera vez que se usan perros para proteger a otras especies, y seguramente no será la última. Esta es una muestra más de los beneficios que aportan los perros, no sólo a las sociedades humanas, sino también a otras especies.



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